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Perfectamente Imperfectos

 





   "Busco un perrito joven, de menos de 5 años" . Esto es lo comúnmente leemos en los anuncios de quienes buscan adoptar. Un perro pasado de meses, ya no es mercancía fresca. Mi experiencia con los mayores, comenzó con Shiva, una perrita anciana, ciega y con gripe, que aún así estaba jugando en un refugio, donde terminó después de vagar meses por las calles. No pensaban que alguien iba a adoptarla, pero más allá de las cataratas, yo veía el cielo entero en su mirada, su entusiasmo y su ternura. 

 

 

        Menuda sorpresa me llevé cuando me di cuenta que esta perrita, además de cariñosa, juguetona y alegre como un bebé, no me destrozaba mis cosas, dejaba mordidas por doquier y encima, no se meaba en el parqué. Pensé entonces, ¿Por qué la gente no adopta más abuelitos? Seguro que habría más gente como yo, con un estilo de vida tranquilo, y poco aptos para entrenar. Me gusta el término que escuché hace poco, creo que explica a la perfección el problema: son invisibles, simplemente no los vemos, y pensamos que solo los bebés son aptos para adopción, que son más guays o únicamente ellos se adaptarán a nuestra nueva familia. Hay un fallo en pensar como todos los demás, hay que pensar mejor en lo que se adaptara a ti, y considera todas las opciones! Grandes, pequeños, medianos y formas excepcionales, huérfanos, cachorros, adultos y seniors, todos tienen su público, y ese ese público podrías ser tú. Yo tenía 16 años al adoptar a Shiva, y este perrito ciego de más de 80, era mi perfecto match. Y no pare ahí, después le siguió Japi, rechonchita, cariñosa y sumamente fiel. De los más de 20 perros que he tenido, los abueletes tienen un lugar muy especial en mi corazón, porque pareciera que saben que les has rescatado de un destino poco amable, que son mayores y poco deseados, que no les queda tanto tiempo, y al estar contigo, quieren darte sus mejores años. Japi y yo pasamos los 2 mejores años de nuestras vidas. 

 

  

 

   Y así, por ahora cierro la historia con Tula, la que vino a salvarme del confinamiento, porque a veces crees que les estás ayudando y resulta que tienen más para dar ellos que tú. Pues esta es la abueleta más cachorra que he conocido, en esta ocasión me he dado cuenta que así como hay personas de 60 con bastón, también las hay de 90 que levantan pesas, y Tula es así, tiene canas, artrosis, y un par de bultos, pero salta y juega como un bebé. Ella no sabe la edad que tiene, ella tiene ganas de vivir, y ya te digo yo que nada inspira más que ver a alguien que aprecia lo poco o mucho que tiene. 

 

 

        

     Porque lo que tu no sabes es que cuando los adoptas les das una segunda vida. Ellos tienen la que vivieron antes de ti, con sus traumas y sus heridas, pero después está la que tienen contigo, y es como si volvieran a nacer, por fin conocieron un sitio seguro y vuelven a empezar... hay perros que nunca pudieron jugar, otros que no saben ni lo que es ser perro y menos, ser amados. Cuando llegan contigo no solo pierden años, sino que vuelven a recuperar todo aquello que habían perdido. Y nadie tiene más que ganar que alguien que ha perdido tanto. Hagamos a los invisibles visibles, veamos no sólo su dolor sino su capacidad de alegría, de amor incondicional, de recuperar sus años perdidos y démosles una segunda vida, y con ellos, empecemos de nuevo. Quizás te sorprenda, que con su llegada, tu vida tome más color,que empieza a contagiarte de sus ganas de vivir, que te llena con su gratitud y que los invisibles, no se ven únicamente porque no los hemos dejado brillar.


 

 

Foto principal de Olya Kobruseva

Comentarios

  1. Me encanta. Gracias por compartir tu experiencia. Es muy lindo lo que haces por los animales. Y de una forma desinteresada, recibes seguramente el doble de lo q das. Te felicito por llevar adelante tus convicciones. Y formas de vivir.

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